En una semana, Banfield fue verdugo de Estudiantes y Newell's, líder y escolta respectivamente. En Rosario, se impuso 2-0 con un doblete de Nicolás Bertolo y le impidió al conjunto rosarino saltar a la cima.
Fue un partido con dos tiempos diferentes. En la primera etapa lo dominó Newell's, que contó con las mejores oportunidades, transformando al arquero Hilario Navarro en figura. Banfield apostaba al contragolpe, a través de la rapidez de Walter Ervitti.
El equipo local tenía muchos problemas para finalizar bien sus jugadas de ataque. Llegaba hasta tres cuartos y fallaba en el pase final. Scocco solo tuvo un cabezazo que le sacó Navarro y un tiro desde lejos que salió ancho. Maxi Rodríguez no podía entrar en el cicuito de juego de su equipo. Y Formica quedaba lejos del área.
El segundo tiempo fue de Banfield. Su principal virtud fue la paciencia. Los tres jugadores de más experiencia fueron sus figuras. Erviti, el cerebro; Silva, que esta vez fue asistidor, y Bertolo, que convirtió en el arco contrario tras dos buenas jugadas colectivas.
Osella apostó al peso ofensivo y puso en cancha a Mauro Matos (tardó en entrar en el circuito y perdió un mano a mano), aceptando el golpe por golpe. Buscó recuperar juego con el ingreso de Víctor Figueroa, pero Banfield ganó la batalla en el medio con la inclusión de Thomas Rodríguez. Tantas veces Newell’s gozó por peso individual y eficacia goleadora, que esta vez le tocó probar su propia medicina.
Y Banfield lo hizo de nuevo. Con el sello de su entrenador. Y con tres históricos -Erviti, Bertolo y Silva- que siguen marcando su destino.
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