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viernes, 16 de diciembre de 2016

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River Plate Campeón de la Copa Argentina




Una final tremenda, con todos los atractivos. Desde las polémicas de ese primer tiempo que terminó 2-2 hasta la definición electrizante que desembocó en el 4-3 definitivo. Un resultado que de por sí habla de un partidazo.
Lo pudo haber definido Central después del 3-2 de Ruben, en esa jugada en la que Central se pareció más que nunca a sí mismo, jugando por abajo de derecha a izquierda Y Batalla se volvió a equivocar. Pero el partido jugó siempre al engaño y al suspenso. Hubo un minuto clave, el 25, cuando Gallardo decidió sacar a D’Alessandro y al Pity Martínez para poner a Mora y a Iván Alonso. Arriesgó Gallardo. Una apuesta distinta, a jugar por arriba. Y enseguida la realidad le hizo un guiño: un lateral, cabezazo de Alonso (la primera pelota que tocó) y el pie derecho de Alario apareció para poner el 3-3. Tres minutos después, el nueve uruguayo que tanto había pedido Gallardo y que tan poco había jugado en los últimos tiempos, se metió en la historia con el 4-3, tras un pase-gol de cabeza del implacable Alario.
Faltaba más de media hora, pero a los 38 minutos la correcta expulsión de Ruben terminó anticipadamente con las chances de Central, en su tercera final de Copa Argentina perdida en forma consecutiva.
Esa roja al goleador y alma de Central fue la última intervención importante de un árbitro, Patricio Loustau, que tuvo demasiado protagonismo, sobre todo en aquel primer tiempo. Muy rápido, a los 7 minutos, Ponzio le hizo una toma de catch a Teo Gutiérrez dentro del área de River que el árbitro ignoró. Enseguida, Musto lo bajó a Nacho Fernández y allí sí el juez dio el claro penal. Alario concretó el 1-0. La final amanecía con polémicas. A los 14’ el línea Hernán Maidana hizo que Loustau le cobrara una falta de Gissi a Alario, con amarilla incluida para el defensor de Central. Casi un anuncio. A los 25’, otra discusión. Centro de Salazar, Batalla pierde la pelota en lo alto mientras salta con Musto. Cuando la pelota cae el volante la acomoda con su codo y define ante el arco vacío: 1 a 1. No hubo infracción al arquero, pero sí mano del goleador. Difícil de ver en la cancha, no tanto en la repetición. Loustau legalizó el empate.
Pero había más: 29 minutos, pase de Teo, Ruben domina con enorme clase la pelota (estaba habilitado) y pone el 2-1. Parecía que los rosarinos encaminaban la final. Faltaban polémicas, sin embargo. A los 37’ Gissi forcejea con Alario una vez más y cuando lo suelta Loustau pita el segundo penal. Con semejante rigor ante ese mínimo contacto se deberían cobrar decenas de penales por partido. Pero eso no sucede. De usar el video ref este primer tiempo hubiera durado más de una hora...
Lamentablemente el mal estado del campo condicionó el juego. Ninguno de los dos equipos pudo jugar demasiado con la pelota al piso. Lo intentaron, de a ratos. En otros, buscaron el pelotazo.
En el segundo tiempo salieron más tranquilos los jugadores, como si hubiera habido una indicación idéntica de los técnicos en ambos vestuarios. Por eso el partido no se descarriló y la final se hizo apasionante. Gol a gol. Con Alario con sus tres conquistas y su asistencia en el cuarto de un lado, con Ruben y dos tantos (en especial el primero suyo) del otro. Explosiva final, difícil de olvidar. River campeón, Central otra vez cerca y más que digno.


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